Pensamiento de Manuel
En el mismo instante de la partida
entregaré lo que mío me corresponde.
Mi cuerpo que solo ha sido un préstamo, se quedará,
para que pueda yo continuar mi viaje.
Quizá luego olvide cuánto vi, escuché y amé,
pero con el último minuto de conciencia terrestre
haré votos por llevar prendidos a mi alma
los bellos sentimientos que recibí y los que di también
volviendo a su origen en mi.
¡Que no olvide a quien en este mundo
le tocó ser mi madre ni los que
por amor llegué a entender!
¡Que los generosos no teman el traspaso
como yo no lo temo!
La generosidad y el amor me aguardan, tengo fe,
en los próximos mundos por donde pasaré.
Gracias Padre. El viaje continúa
Manuel Moreno nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México, el 15 de Enero de 1949. Hijo de Don José Moreno Gómez y de Doña Guadalupe Padilla y Haro.
Su infancia transcurrió en interiores más que en exteriores, pues siempre estaba en casa dibujando. A la edad de 5 años en ocasiones no le bastaba el día y continuaba dibujando de madrugada y en varias ocasiones olvidaba llevar el papel a su recamara y entonces sacaba una de las tablas de su cama y comenzaba a acuarelear.
Cuando tenía 6 años sufrió un ataque de hepatitis aguda e infecciosa, estuvo a punto de morir. El día en que se presentó la máxima gravedad solo decía repetidamente “Virgencita de Guadalupe, no me dejes morir hasta que llegue a ser un Gran Pintor”. Su última lucha era un medicamento que era escaso en ese momento, si no lo aplicaban urgentemente Manuel podría morir antes del amanecer.
El Milagro surge cuando su padre recuerda que no tiene el suficiente dinero y decide ir a la radiodifusora donde trabajaba para recoger dinero. Llevando su mano a la bolsa del saco, toma una llave que le ABRIRIA 3 PUERTAS Y UN ESCRITORIO “jamás una misma llave abrió cuatro cerraduras totalmente diferentes, y de hecho nunca las volvió a abrir como sucedió esa noche. En la mañana y consumado el MILAGRO fue liberado de los brazos de la muerte. A partir de ese momento, la pintura se convierte en el principal motivo para vivir, serio compromiso de un niño con la existencia.
Desde los 7 años lo impresionó Toulouse-Lautrec por su obra y todo lo que lo rodeaba y hasta sus últimos días sintió una gran admiración por él. A pesar de que el estilo de Manuel siempre fue diferente al de él, estableció una gran hermandad espiritual entre ellos.
La etapa de su adolescencia quedo determinada por el expresionismo. Asistió a la escuela de Artes Plásticas y comenzó el estudio y aguda observación de la figura humana, para él, ésta, el centro de todo, del Universo mismo y lo refleja en su obra. Esto significó un reto y sintió una gran fascinación y temor a la vez. Comenzó a exponer, y así llegaron los éxitos y la admiración por adquirir su obra, decidiendo que era el momento de lanzarse profesionalmente a la pintura.
En 1971, su primera exposición individual en la ciudad de México, el entonces Presidente de la Asociación de Críticos de Arte de México dijo: “El joven jalisciense está en la línea de los experimentadores del surrealismo de moda”. Y en marzo del mismo año, en su ciudad natal , su éxito fue clamoroso y sin precedentes, elogiando y adquiriendo la mayor parte de su obra importantes coleccionistas. Jaime Salivar y Fernández del Valle (gran pintor desaparecido) le dijo emocionado “tu dibujo en esa línea que a cada centímetro nos sorprende es excelente, te felicito”.
El coraje para vivir que le había otorgado su ideal y que le dio fuerza para vencer su muerte, le haría vencer igualmente cualquier obstáculo en su porvenir.
Muere el 26 de abril de 2014 en Guadalajara, Jalisco
“Temí en un principio ser incomprendido, pero reflexioné y la simbología que estoy manejando me otorgó paulatinamente confianza y seguridad por ser sencillamente un fuerte canto a la Vida.
Sé que la Vida y la Muerte van de la mano, que son inseparables aunque antagónicas, que sin la una no existiría la otra, mas hoy se me antoja enfrentarlas plásticamente.Es ésta la reafirmación exacta, clara y apasionada de mi personalidad, de mi temperamento pero también de mi profunda convicción acerca del choque paradójico que se da entre la exhuberancia y la fragilidad del Ser. La confrontación de lo negro con lo blanco, del día y la noche, del estar y no. El milagro cotidiano de la vida que late por doquier, tan sigiloso y sorpresivo, abundante. Albergado de la tierra al vientre de la mujer, pasando por el humus pródigo y por nuestro origen el mar. ¡el núcleo, la célula, el átomo, el espermatozoide, el óvulo!
Pero eso sí, el Amor por todo, con todo y en todo, incluso la muerte y la nada preñadas por el Amor; sometidas desde el papel, la tinta, mi pincel, mi mente, mi corazón y mi mano. No hubo escapatoria, la misma muerte fue perseguida, alcanzada, violada, invadida por dardos de vibrantes colores –los gametos masculinos alfileres de luz clavándose en la densa negrura de la Sombra; militantes ciegos y sordos, fieles y activos guardianes que velan por la preservación del círculo eterno- ellos mismos... la especie humana.
A grandes rasgos, es esta la expresión de mi obra actual, mi tema por excelencia desde siempre, pero hoy más claro y contundente que nunca.
Manuel Moreno
Septiembre 1989.
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